jueves, 7 de diciembre de 2017

Las paredes rosas de mi caverna

LAS PAREDES ROSAS DE MI CAVERNA

Platón, teniendo 8 u 80 años, habiendo estudiado filosofía o no, es un nombre que todos habremos escuchado alguna vez en nuestra vida. Ese gran filósofo de la antigua Grecia que contaba historias, a veces inalcanzables a nuestra comprensión y otras veces que parecían cuentos para niños. Lo más curioso, es que esos cuentos para niños, esos mitos, casi 2500 años más tarde, siguen siendo aplicables a nuestra vida.

¿Habéis oído hablar alguna vez del mito de la caverna? Unos hombres que llevan encerrados en una caverna toda su vida, encadenados, sin poder moverse ni hacer más que ver sombras reflejadas en la pared que tienen enfrente; para ellos, su realidad. Un día, uno de ellos consiguió escapar de las cadenas y salir de la caverna, y descubrió la verdadera realidad, el mundo natural. Cuando regresó al interior de la caverna a contarle a sus compañeros lo que había visto, no quisieron creerle; preferían seguir viviendo en la caverna, con sus sombras, que es a lo que estaban acostumbrados. ¿No os suena?

Hoy en día cada uno tiene su propia caverna personalizada, una serie de pensamientos que nos inculcan desde pequeños y nos condicionan en nuestra manera de pensar y actuar. Podríamos decir que uno de los más extendidos es el prototipo de mujer del siglo XXI. Este nos convierte en una especie de “superwoman” capaz de desempeñar un trabajo fuera de casa, ocuparse de las tareas del hogar y mantenerlo impoluto, encargase del cuidado de los niños y todo lo que demandan, y por supuesto, siempre con un aspecto impecable.

Así es, desde que nacemos nos asignan un papel en la vida en función de nuestro sexo. Ya de niños, en vez de pedirnos unas construcciones Lego que desarrollen nuestra creatividad como regalo de Navidad, preferimos una casa de vacaciones de la Barbie con la muñeca incluida y su vestido de fiesta de purpurina rosa o una cocinita de las princesas, que estén en las páginas rosas de la revista, que es “más de niñas”, claro.

Ahí están nuestras sombras: los medios de comunicación, que, a través de la radio, la televisión, etc, nos venden unos ideales bastante ambiciosos e irreales sin que nos demos cuenta de ello. Porque, qué casualidad que en la gran mayoría de los anuncios de productos de limpieza aparezcan mujeres o los de alimentos dietéticos estén dirigidos también al público femenino, ¿no?

Son los medios de comunicación los que nos hacen creer que hemos avanzado, que por fin hemos conseguido la igualdad entre el hombre y la mujer; pero lo cierto es que no es así, que vivimos en una sociedad con trasfondo machista, incluso en las propias mujeres. Son los medios de comunicación los que nos hacen creer que hemos salido de la caverna, cuando simplemente nos han trasladado a un recoveco más profundo, pero más iluminado, con las paredes de otro color, rosa, por ejemplo.

¿Qué solución podríamos darle a todo esto? A estas alturas es difícil moldear nuestros pensamientos, ya que somos como plantas que han crecido a base de pensamientos machistas, y por muchos que nos poden, esas ideas van a seguir estando en nuestras raíces. Al final va a tener razón Platón en que la solución a todos nuestros problemas radica en una buena educación. Si desde pequeños nos enseñan los valores de igualdad, respeto y tolerancia, quizás algún día consigamos salir de este bucle en el que nos encontramos inmersos. Aunque, ¿para qué cambiar las cosas, si siempre han sido así?


Andrea Jiménez Moreno 2ºB

1 comentario:

  1. No está mal. Plantemiento sencillo pero correcto desde el punto de vista argumental y formal. Con un poquito más de estudio (hay que leer filosofía) creo que tus próximos trabajos serán mucho más completos y sugerentes

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